Algunos habitantes de Shanghái recibieron permiso este martes para salir de sus casas. La ciudad de 25 millones de personas suavizaba la cuarentena iniciada dos semanas antes, tras la difusión de vídeos que supuestamente mostraran a personas que irrumpían en un supermercado y pedían ayuda tras quedarse sin comida.
Unas 6.6 millones de personas podrían salir de sus casas, aunque algunas tendrían que permanecer en sus vecindarios, según el diario en internet The Paper. El gobierno dijo que también reabrirían algunos mercados y farmacias.
El cierre repentino de la mayoría de los negocios y las órdenes de confinamiento había provocado descontento por la falta de acceso a alimentos y medicinas. Los que daban positivo en coronavirus se veían obligados a hacer cuarentena en instalaciones temporales, en condiciones descritas por algunas personas como antihigiénicas y de hacinamiento.
Por su parte, Washington inició el que podría ser otro choque con China al ordenar al personal gubernamental no esencial que abandone Shanghái, aunque el personal consular permanecerá allí. El gobierno chino protestó la semana pasada cuando el Departamento de Estado dijo que el personal no esencial y sus familiares podían marcharse si querían.
La inusual dureza del confinamiento en Shanghái a partir del 28 de marzo parecía motivada por política tanto como por preocupaciones de salud pública.
La crisis en la ciudad más rica de China es un bochorno en un año políticamente delicado, en el que se espera que el presidente, Xi Jinping, intente romper con la tradición y se otorgue a sí mismo un tercer mandato de cinco años como líder del Partido Comunista, que gobierna el país.
El número de contagios en China es relativamente bajo, pero el gobierno mantiene una estrategia de tolerancia cero que ha aislado grandes ciudades para confinar a todos los infectados. Varios funcionarios locales fueron despedidos tras acusaciones de no haber actuado con suficiente determinación.
El gobierno reportó 24 mil 659 casos nuevos hasta la medianoche del lunes, incluida 23 mil 387 personas sin síntomas.
Eso incluye 23 mil 342 positivos en Shanghái, 994 con síntomas. Los contagios en la ciudad han superado los 200 mil en la última ola, aunque no se han reportado muertes.
El gobierno redujo las restricciones al anunciar que los habitantes de vecindarios de Shanghái que llevaran al menos dos semanas sin casos podrían salir de sus casas a partir del martes. También podrían ir a cualquier otra zona que no hubiera tenido contagios en ese periodo.
Shanghái tiene 7 mil 565 “zonas de prevención” en esa categoría, según autoridades locales citadas por medios estatales. The Paper señaló que unos 4.8 millones de personas viven en esos vecindarios, todas ellas salvo 500 mil en suburbios con menos densidad de población.
Otros 1.8 millones de personas, según el reporte, viven en”zonas de control” que no han tenido casos en la última semana podrían salir, pero no abandonar sus vecindarios. En las “zonas de cuarentena” donde se detectaron contagios en la última semana, la gente no podía salir de casa. Unos 15 millones de personas permanecían confinadas a sus hogares.
El reporte no daba datos sobre la situación de los 3.4 millones de personas restantes del censo oficial.
El repentino confinamiento tomó por sorpresa a los hogares en Shanghái y provocó quejas de que se habían quedado sin acceso a comida o medicamentos ni forma de atender a parientes ancianos que vivían solos.
Durante unos pocos días, el gobierno distribuyó paquetes de verduras y otros alimentos al menos dos veces por semana en algunas viviendas. Otros dijeron que no habían recibido nada.
Un vídeo que circuló el sábado por internet mostraba, según la descripción, personas que irrumpían en un supermercado del distrito de Songjiang y se llevaban cajas de comida.
Otro mostraba gente agitando los puños ante lo que parecían empleados del gobierno con trajes de protección blancos. Un tercero mostraba supuestamente a residentes de apartamentos que tenían prohibido salir y pedían ayuda desde sus ventanas.
The Associated Press no pudo encontrar la fuente de los videos ni verificar dónde y cuándo se habían grabado. El vídeo del supermercado iba asociado a un número de cuenta del popular medio social chino Sina Weibo, pero el video no aparecía en esa cuenta.
El partido en el gobierno exige que los operadores de medios sociales en chinos censuren y eliminen vídeos y otras entradas sobre temas prohibidos. Medios sociales y foros de internet estaban llenos de quejas sobre el cierre de Shanghái y peticiones de ayuda o medicinas. No estaba claro cuántos más podrían haber sido borrados.
Con información de El Financiero.