Culiacán, Sinaloa (Café Negro Portal). – En el trasfondo de los bulliciosos cruces urbanos de Culiacán, donde el tráfico y la prisa definen el ritmo de la vida diaria, existe una realidad desgarradora que a menudo pasa desapercibida: personas en extrema pobreza que luchan contra las inclemencias del clima, la inseguridad y sus propias dificultades mentales, mientras se ven obligadas a pedir limosna en estos lugares.
Tal es el caso de una mujer adulta que, de acuerdo con una denuncia ciudadana, es dejada diariamente en el cruce donde convergen los bulevares Enrique Cabrera, Rotarismo y Universitarios, justo al costado del estadio de futbol de un conocido club de Sinaloa.
En ese punto, refiere la persona denunciante, pasa hasta 12 horas bajo los rayos del sol, comiendo raquíticamente e hidratándose apenas para sobrevivir.
“Considero inhumano lo que están haciendo con esta pobre mujer. En el crucero donde está el o el estadio de Dorados (punto hacia Mojolo), diariamente dejan a una mujer que se nota que no está al 100 de sus facultades mentales, y ahí se queda todo el día, a la intemperie, bajo el rayo de sol y altas temperaturas. Camina entre los carros y ya se ve su cara y piel quemadísima por los efectos solares”, relata en su mensaje, con el cual busca hacer un poco de justicia hacía la mujer.
Al momento se desconoce la identidad de la señora, lo que se sabe es que pasa desde la mañana hasta la tarde en dicho punto, sin compañía, sin hablar con nadie, tan solo con la única instrucción de arrimarse a los vehículos y levantar la mano pidiendo una moneda.
“Deberían sancionar a quienes la dejan ahí exponiendo su integridad física y pidiendo dinero. Hay días que está ahí desde las 7 u 8 am hasta las 7 de la tarde. Me toca verla porque es la ruta que tengo para llevar a mi hija a la escuela y de salida a otros puntos de la ciudad”, asevera la persona denunciante.
Este grupo vulnerable, a menudo ignorado por la sociedad, enfrenta condiciones desafiantes y deshumanizadoras.
Las historias de estas personas revelan no solo la lucha contra la pobreza extrema, sino también la carga adicional de los desafíos de salud mental que complican aún más su situación.
Pero, sobre todo, ponen en evidencia lo que pudiera tratarse de casos de explotación y trata de personas, ante los ojos de todos, incluidas las autoridades responsables de la materia.
Muchos de ellos se ven obligados a pasar horas interminables bajo el ardiente sol o en condiciones meteorológicas adversas, buscando la compasión de aquellos que pasan rápidamente en sus vehículos.
Es común verlos sostener letreros desgastados y sucios, algunos apenas legibles, mientras intentan atraer la atención de los transeúntes para obtener un poco de ayuda.