Irene Medrano Villanueva
Culiacán, Sinaloa.- El panteón 21 de marzo se ve sumergido entre historias de vivos y muertos, cuenta la gente, los panteoneros y los albañiles que al transitar por este lugar se debe hacer con mucho cuidado, para no tropezarse con actos satánicos y delincuentes.
Los dichos y hechos se confunden entre las tumbas y ahora se agrega a la historia de la calzada del Covid-19, pues se ven por doquier tumbas de adultos mayores que murieron entre el 2020 y 2021.
Al transitar por esa rúa, se observan lápidas viejas pero con mantas colgadas con fechas y nombres de gente que murió durante la pandemia, incluso, hay una que otra tumba reciente.
En la entrada principal del panteón, si bien es cierto que en las recientes mantas colocadas en las tumbas no se dice de qué murieron, sí se da santo y seña de quién es y en qué fecha murió, pero algunos albañiles que les ha tocado enterrarlos aseguran que murieron de Covid-19.
“Por eso muchos de nosotros le llamamos la calzada del Covid, aunque hay muertos por esta enfermedad enterrados por todo el panteón”.
Karla Molina, encargada del Panteón, dice que de acuerdo a lo que le decía su papá Carlos Molina, quien murió recientemente y le dejó la estafeta, hay más de 20 mil tumbas y en muchas de ellas, enterraron a gente de Covid-19.
La verdad, narra, sí hubo mucha gente que murió de esa enfermedad, a diario había hasta ocho muertos, las carrozas hacían fila, “llegaba una y luego otra”, pero ya se normalizó.
Dice que de agosto a la fecha, han disminuido los entierros, ahora son uno o dos al día.
“En junio y julio fueron muchos”, explica.
Lo que le llamó la atención fue de que al inicio de la pandemia, los cuidados eran extremos, los ataúdes venían emplayados y sólo una persona acudía al sepelio.
“Este año, ya no se guardaron los debidos cuidados, los sepelios de gente que murió de Covid son normales viene mucha gente, música, todo se normalizó”, señaló.
RITOS RAROS, COMO MUJERES DESNUDAS EN LAS TUMBAS
Lo que sí lamenta es que haya un número considerable de tumbas abandonadas, ya que entierran a su difunto y la gente ya no vuelve.
“Mucha gente no viene porque no les interesa, por miedo por todo lo que pasa aquí adentro, la violencia que hay, o la gente que se hizo a otra religión”, dice cuidando no explayarse más.
Aunado a los cadáveres que van a tirar o que matan en las tumbas abiertas, se agregan los ritos satánicos que ahí se hacen con frecuencia.
“Me he encontrado con frutas regadas en las tumbas, dulces, a veces muchos pétalos de flores en medio de cenizas, como que algo queman y luego lo rocían con pétalos”, señala.
Narra que ella al igual que el resto de los trabajadores está hasta las cinco de la tarde, además de que el panteón es muy grande y por la noche queda completamente solo, de ahí que los delincuentes lo tomen como tierra de nadie.
Juan Sánchez, trabajador de muchos años de este panteón, destaca que no le tiene miedo a los muertos, porque del susto no pasa, pero antes, advierte que los ritos satánicos de todo tipo están al orden del día, por ejemplo, dice que está de moda que mujeres completamente desnudas hagan cultos raros.
“Mujeres “bichis” saltan, rascan la tierra, brincan en las tumbas, dicen cosas, yo nada más las veo y me retiro de inmediato, no vienen solas, traen compañía, gente armada, después del ritual, se suben a sus camionetas y se van”, señala.
NIÑOS QUE PLATICAN EN SUS TUMBAS
Reitera que le tiene más miedo a esas hazañas que a los muertos que de alguna manera se le han hecho presentes.
Cuenta que un día iba caminando, escuchó unos quejidos, luego sintió que lo tocaron, pero no era nadie, conforme avanzaba era más la sensación de que alguien lo iba siguiendo, se devolvió hasta ubicar de dónde salían los quejidos.
“Resulta que era de una tumba reciente, entonces le dije al difunto que descansara en paz. Yo te enterré, no eres de este mundo, luego le recé y nunca más volví a escuchar los quejidos”, dice.
Aclara que muchos drogadictos que van ahí a consumir dicen que ven o escuchan algo, “sólo los mariguanos ven eso, aunque les aclaro que yo siempre ando en mis cinco sentidos”, señala en broma.
Otro caso que le ha tocado vivir junto con sus nietos, es de que de vez en cuando en el área donde están enterrados los niños, se escuchan murmullos, risas.
“Un día uno de mis nietos me acompañaba, empezamos a escuchar murmullos, el niño me dijo voy a ver qué se les ofrece, regresó muy tranquilo, no tata, son los niños que están platicando entre ellos, me dijo sin temor alguno”, recuerda.
De los hechos violentos como el más reciente donde mataron a un joven a golpes dentro del panteón, prefiere no hablar, porque asegura que ellos ven y callan.
“Aquí se mete todo tipo de gente hacer todo tipo de maldades, hasta robar, luego los familiares de los difuntos dicen fueron los panteoneros los que se robaron tal o cual cosa, nosotros somos pobres, pero honrados, si no vea, cómo ando con estos viejos zapatos”, señala mientras se sacudía el lodo.
HAY MAS DE NUEVE MIL MUERTOS POR COVID ¿DÓNDE ESTÁN?
Así llega el día de muertos, los deudos acudirán a los panteones como tradicionalmente lo hacen, sin embargo, algunos panteoneros se preguntan dónde están los cerca de nueve mil muertos que dice el sector salud murieron en estos dos años a causa del Covid-19.
“¡Oiga usted yo hasta dudo de que verdaderamente exista ese bicho!”, dice muy quitado de la pena don Javier Páez Osorio, trabajador del Panteón Jardines del Barrio.
Asegura que pocos son los muertos por este contagio que se han enterrado en este panteón, lo que más han enterrado son urnas de gente que cremaron y las traen con las familias, saben que es de Covid-19 porque pedimos papeles “y papelito habla”, indica.
Insiste “no es cierto eso del Covid, son tantos los muertos que dicen, que yo me pregunto dónde los enterraron, porque en este panteón sólo tuvimos cinco o seis muertos que dice en los papeles que murieron de Covid”.
Familias que empiezan a remozar las tumbas, aseguran que ellos tienen familiares fallecidos por Covid-19 que los cremaron y que las urnas “una las tenemos en casa, y otros las han colocado en las iglesias están en sus casas o en las Iglesias, porque aquí si acaso llegaron cinco o seis muertos por ese mal.
Hasta ahorita él cree más en los aparecidos que en ese bicho que está matando gente, aunque también dice que a los muertos no les tiene miedo.
Recuerda que un día en la cruz del perdón, donde la gente le reza a los muertos que no tienen una tumba y que está asentada en medio del panteón, estaba encendiendo unas veladoras cuando escuchó una voz que lo saludó.
“Era un anciano bien arreglado, fajado, caminaba derechito, pero lento, de repente se me desapareció, lo busque por todo el panteón y no lo encontré…” concluye.
(Con información de El Sol de Sinaloa)