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Culiacán, Sinaloa (Café Negro Portal). – Este domingo 26 de enero, Culiacán fue testigo de una multitudinaria manifestación en la que miles de ciudadanos alzaron su voz para exigir el fin de la violencia que ha azotado a Sinaloa desde septiembre del año pasado.
La marcha, que comenzó frente a la majestuosa Catedral de la ciudad, avanzó por la Avenida Álvaro Obregón hasta alcanzar la cima de La Lomita, un recorrido que simbolizó la lucha por la justicia y la esperanza de un futuro mejor.
El contingente, diverso y profundamente afectado, estuvo compuesto por niños, estudiantes, padres, madres, abuelos y hasta deportistas que, en un gesto solidario, se unieron espontáneamente mientras realizaban actividades cotidianas en la zona.
Portaban globos blancos, banderas y pancartas que exigían paz y recordaban a las víctimas de una ola de violencia desatada en Sinaloa desde hace más de cuatro meses.
Entre los asistentes se encontraban familiares de desaparecidos, personas que han perdido a seres queridos en homicidios y comerciantes obligados a cerrar sus negocios por la inseguridad.
El pasado jueves, la indignación ciudadana alcanzó un punto crítico tras el asesinato de los niños Gael, Alexander y su padre, un hecho que movilizó a la población para salir nuevamente a las calles y gritar “¡Basta ya!”.
Este dolor colectivo fue palpable en las cartulinas y lonas que cargaban los manifestantes, muchas de ellas con fotografías de desaparecidos y mensajes de exigencia de justicia.
A diferencia de otras manifestaciones, esta marcha tomó un camino inverso al habitual, como si con cada paso hacia La Lomita los asistentes buscaran ascender simbólicamente hacia un clamor más alto, un grito conjunto que resonara en cada rincón del estado.
Durante el recorrido, las consignas de esperanza se mezclaban con los gritos de dolor, pero también con mensajes de unidad, como un recordatorio de que la sociedad sinaloense no está dispuesta a rendirse ante la violencia.
El retorno al punto de partida en la Catedral cerró un ciclo, pero dejó abierto un llamado urgente a las autoridades: actuar con contundencia para garantizar la seguridad y reconstruir la paz que parece haberse desvanecido.
En esta marcha, el pueblo de Culiacán no solo recordó a las víctimas, sino que también hizo una promesa implícita: no dejará de alzar la voz hasta que la justicia y la tranquilidad sean más que un anhelo.
