Culiacán y su grito de auxilio que no llega

Café amargo

Irene Medrano Villanueva

Culiacán, Sinaloa. – Precisamente hoy se cumple un año, sí, un año, que la vida de los sinaloenses, para ser más precisos, en Culiacán, tomo una dinámica muy distinta. Esa mañana de un lunes, la capital del estado se convirtió en una prisión para todos sus habitantes, prisión que nunca la imaginamos, prisión que nos la decretó la delincuencia organizada con la complacencia de autoridades federales y estatales.

Todos pensábamos que iba a ser como los otros “Culiacanazos” que, al escuchar el rugir de las metralletas, nos guarecíamos por un día o dos, pero no; hoy llevamos 365 días con miedo, zozobra, incertidumbre, metidos en un laberinto que al parecer nunca va a terminar, porque no hay voluntad de quienes nos gobiernan.

Los días no cambian, las mismas noticias: enfrentamientos en las calles, muertos por aquí, muertos por allá, dolor e impotencia en muchos hogares donde les desaparecieron a un familiar, o la muerte de un ser querido que su único delito, como dicen las autoridades, fue estar en el lugar equivocado. Pero lo más triste de esta larga agonía son los discursos falsos y banales de los gobernantes, de que ya merito volveremos a vivir en paz.

Mi dolor es tu dolor, mi miedo es tu miedo, esto no lo digo yo, esto lo dice la doñita que va a las tortillas con el semblante desencajado por la desconfianza de encontrarse a un grupo delincuencial y que le toque una bala perdida. Esto lo dice también él o la trabajadora que toma un camión y no sabe si regresarán sanos y salvos a su hogar. Igualmente lo externa el propietario de un negocio que, con el dolor de su corazón, cierra la cortina porque ya no tiene clientes.

Niños con los rostros impávidos caminan por las calles rumbo a la escuela, su inocencia está atrapada entre el terror y la incertidumbre. Desde temprana edad dejaron a un lado esa vida tranquila que vivíamos desde antes del 9 de septiembre de 2024.

Si bien es cierto que tanto niños como jóvenes acuden a los campos deportivos, lo hacen con todas las precauciones, porque no una, sino varias veces, han quedado en medio del fuego cruzado. Muchos de ellos no volvieron a ser los mismos, cientos de ellos están siendo tratados por psicólogos. ¿Lo merecen?

En las colonias los niños viven prisioneros de la delincuencia, no sólo han visto cómo se abaten delincuentes contra militares, sino que ellos mismos han optado por algunas medidas para salir un rato a jugar. Se juntan en medio de la calle, una de las casas deja la puerta abierta, al escuchar el rugir de las metralletas, todos corren a refugiarse en ese lugar.

¿En verdad usted considera que esto es vida en Culiacán? Yo tampoco. Me duele, al igual que a cualquier sinaloense de bien, la tranquilidad perdida. Ya no se puede ir al gimnasio, al café, al trabajo o simplemente caminar por el malecón apaciblemente, ya no, y eso sí, eso atormenta, desanima y desalienta.

La plática frecuente con los amigos, con los vecinos, con los compañeros de trabajo y hasta de la persona que se topa uno en el súper es la esperanza de que un día la violencia acabe, y casi todos coinciden en que no va a ser gracias a los gobiernos que tenemos, por su insensibilidad, su “vale madrismo”, dicen otros.

Lo cierto es que en Culiacán, a un año de violencia e incertidumbre, las calles están inundadas de militares. Nadie se pregunta de qué corporaciones son porque no les importa. Muchos los observan con indiferencia. Dicen que hay más de 20 mil castrenses, pero la gente se pregunta: ¿y de qué sirven? Si en su cara se dan los enfrentamientos o llegan a resguardar el lugar donde ya no hay nada, los delincuentes desde cuándo se fueron.

El compositor José Alfredo Jiménez, en su corrido de “Camino de Guanajuato”, donde dice que la vida no vale nada… debería haber incluido a Culiacán, comentan, porque es cierto, cuántos hogares enlutados por la falta de los familiares: hombres, mujeres, jóvenes y niños han quedado en el camino.

Los responsos en las iglesias, en los hogares, son el pan nuestro de cada día, para que surja el milagro y regrese el hijo desaparecido… para que cese la violencia.

Y así los rosarios se desgastan entre las manos de madres desesperadas por la ansiedad de ver a su vástago o pedir por el descanso eterno del ser querido que esta maldita violencia se llevó… nada pasa.

Hoy se da un hecho que cimbra los corazones por el horror con el que se narra, pero al día siguiente se olvida porque ocurre uno más sangriento. Pero el dolor ahí está en cada sinaloense que fue víctima de este acontecimiento, solo, sin el acompañamiento de la autoridad, porque para ellos no pasa nada.

En redes sociales, los memes van y vienen. Si no estuviésemos viviendo esta tragedia, nos parecerían chuscos y hasta divertidos, aunque he de confesar que alguien me comentó que esto le quita el estrés.

En México, el 16 de septiembre se lleva a cabo el desfile cívico-militar. En Culiacán, este desfile inició en agosto, los soldados mostrando su equipamiento militar, como camiones blindados, ametralladoras, helicópteros y a veces hasta aviones. Todo ello no ha sido suficiente, la violencia crece “y las fuerzas especiales gastando gasolina, porque nada más corren de un lado a otro, sin resultados”, bromean los internautas.

No quiero dejar pasar el comentario del día: en Perú, hoy declararon persona non grata a la presidenta de México, y aquí en Culiacán en la marcha del domingo pasado no sólo a la presidenta sino al gobernador los consideraron personas non gratas por su indolencia y falta de empatía con el pueblo que está sufriendo día con día. ¿O usted qué opina…?

Verifique también

Ayuntamiento de Culiacán anuncia descuentos de hasta 85% en la campaña “Semana Patria”

Culiacán, Sinaloa (Café Negro Portal).- El Ayuntamiento de Culiacán lanzó la campaña “Semana Patria”, que …

Localizan sin vida a Jesús Alberto en Navolato tras haber sido privado de la libertad

Navolato, Sin.– Este martes, un hombre identificado como Jesús Alberto, vecino de Navolato y reportado …

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *