Carlos III fue coronado como rey ante representantes de la monarquía y políticos de todo el mundo.
En el momento más importante de este acto protocolario, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, colocó sobre la cabeza de Carlos III la suntuosa corona de San Eduardo, del siglo XVII.
Al rey se le entregó el orbe del soberano, que simboliza el mundo; el cetro con cruz, que representa el mundo cristiano; y el cetro de la paloma, símbolo del papel espiritual del monarca.
El principe de Gales, William, como heredero al trono, juró lealtad a la corona.
En uno de los momentos más esperados, Carlos y Camila saludan a los asistentes desde el balcón.