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Irene Medrano Villanueva
No hay que confundir, entre un santo leal y honesto y un traidor que se vendió por 30 denarios –monedas romanas antiguas de plata-. En éstos últimos días, el nombre de Judas va y viene, pero no porque las reliquias de San Judas Tadeo, el apóstol fiel de Jesucristo, hayan salido del Vaticano y estén recorriendo nuestro país, no hay que enredarnos, estamos hablando de Judas Iscariote.
Los morenistas se han convertido en el Sanedrín de los tiempos de Jesucristo, de muchas maneras buscan que un senador opositor abdique a los compromisos que ofreció al electorado, traicione al partido que lo postuló y sea el Judas Iscariote del 2024.
Quién no recuerda el pasaje bíblico donde el discípulo de Jesús, pactó con el Sanedrín para traicionar y entregar a su maestro a cambio de dichas monedas, y Jesús murió en la Cruz.
Esto pudiera suceder el próximo miércoles, cuando alguno de los diputados de oposición venda su voto para que salga la Reforma Judicial, y que, de acuerdo con especialistas y economistas, pueda afectar la calidad democrática mexicana que gozamos, además de una posible recesión económica, porque los inversionistas extranjeros al sentir temor por lo que pudiera suceder, saquen sus capitales del país o no inviertan y a final de cuentas, los que pierden son los que menos tienen.
El partido Morena y sus aliados requieren de un voto de los 86 necesarios para aprobar un cambio constitucional en el Senado, por eso, han implementado una serie de estrategias que van desde ofrecer dinero, amenazar y chantajear, para convencer a alguno de los senadores de oposición para que no asistan a la sesión, lo que reduciría el número de votos necesarios.
En el improbable escenario de que la coalición gobernante obtenga exactamente 85 de los 128 votos a favor de la reforma, el asunto podría decidirse en la Suprema Corte, misma que López Obrador repudia y que no piensa en otra cosa que vengar la afrenta que le han hecho pasar, al rechazarle algunas iniciativas aprobadas por los legisladores, entre ellas, la que se refiere a la reforma eléctrica.
Por el lado opositor son 43 senadores: 22 del PAN, 15 del PRI, 5 de MC y el independiente Manlio Fabio Beltrones. De esos, uno de ellos, podría cambiar la historia de México, al darle a Morena la mayoría calificada para sacar adelante el Poder Judicial.
Los ojos están puestos en esos discípulos, diríamos en sentido figurado, que pudieran traicionar al pueblo que los eligió. Incluso, algunos medios de comunicación y en redes sociales aparecen sus nombres y hasta fotos del que pudiera convertirse en el Judas Iscariote mexicano de nuestros tiempos.
Estos enredos se repiten constantemente por lo largo y ancho del país, políticos que se venden al mejor postor, por ejemplo, Sinaloa tuvo a su Judas Iscariote por allá en el 2010, precisamente en la 59 legislatura, pero no de las dimensiones a las que hoy se están enfrentando los senadores de oposición.
En ese entonces, el presidente de la Junta de Coordinación Política, Francisco Javier Luna Beltrán, en el baño de la sala de sesiones, “compró” al panista Gonzalo Camacho Angulo, quien siempre se ostentó como un hombre honesto y fiel a su partido el PAN.
Ante éste hecho, sus compañeros, no lo calificaron de Judas, pero si lo bautizaron con el mote de “diputado 27”, quien se vendió, después de que Luna Beltrán negoció con la bancada panista para sacar adelante el nombramiento del Auditor Superior del Estado, estaba propuesto Marco Antonio Fox, pero faltaba un voto para tener la mayoría calificada.
Luna Beltrán hizo su chamba, habló con los diputados de oposición, uno por uno. Y fue Camacho Angulo quien cayó en las redes de los priistas.
Los dos legisladores entraron al baño, pero no contaban que iban a ser descubiertos. Luna Beltrán “negoció” con él, le puso el voto en la bolsa de su guayabera amarilla clara, para que momentos después la depositara en la urna y así fue como Marco Antonio Fox, logró ser el auditor.
Ojalá que nuestros senadores voten a conciencia, no se dejen envolver, va su prestigio y el de su familia por delante, o bien pudiera sucederle lo mismo que al traidor de Jesucristo que pese a que se hizo millonario, no pudo con su conciencia, trató de devolver los denarios y acabó colgado de un árbol.
