Irene Medrano Villanueva
Culiacán, Sinaloa (Café Negro Portal).- Otra vez jueves negro…otra vez el terror, la zozobra, el miedo, la incertidumbre, en Culiacán.
Como hace tres años del tristemente Culiacanazo, los protagonistas fueron el Ejército, Ovidio Guzmán y la sociedad indefensa, lo único diferente es que ahora la gente no quedó en medio del fuego cruzado y que hasta la fecha no se sabe cuánta gente murió en ese jueves 17 de octubre de 2019 y que afortunadamente hasta este momento no se habla de víctimas de la sociedad civil.
Hoy la sociedad tiene miedo, las calles están desiertas. a lo lejos se escuchan de vez en cuando balaceras y la gente asustada no sale, no hay actividades, incluso las tienditas de la esquina también cerraron,
Culiacán es una ciudad abatida, una ciudad fantasma, sólo lo halcones o punteros que están al servicio del crimen organizado con radios en mano y montados en sus motocicletas circulan por las principales calles de la capital del estado.
Todo es incertidumbre, las autoridades sólo atinan a pedirle a la gente que no estén en la calle, pero no disipan los rumores, las dudas; las redes sociales están inundadas de hechos ciertos o falsos, pero que han generado una grave sicosis en la sociedad.
Lo cierto son los testimonios de gente que ha sido afectada este jueves negro. Muchas de ellas fueron despojadas de sus vehículos a punta de pistola, otras más fueron bajadas de camiones, mismos que fueron quemados frente a sus ojos.
¡Fue algo aterrador! No atinaba qué hacer, veía a los facinerosos decididos a todo, señala Viviano Castro.
Explica que él salió temprano porque entrega cocos a comercios, primero se traslada por el rumbo de la costera.
“Era un día como cualquiera, de repente me hicieron la parada, unos maleantes con ametralladoras, con palabras altisonantes, parece que es una clave de ellos, porque no decían una palabra si no metían el verga primero. Me vale verga, bájate, me dijeron, sin darme tiempo de nada, me picaron las costillas, yo veía creo un tráiler, que estaba ardiendo, de inmediato se me vino a la mente lo del hijo del Chapo.
Otra vez ustedes, atiné a decirles, me dieron de cachazos y uno de ellos me dijo: cállate la verga; me quitaron mi camioneta que apenas había comprado, era mi regalo de Navidad, una Hilus de la Toyota 2021. Además, perdí tres dientes por los golpes”, dice.
Lo que realmente salvó a la gente fue que los hechos se suscitaron prácticamente en la madrugada, cuando la gente todavía estaba en su casa, no andaba en la calle, después fue el llamado de las autoridades, que hoy, diferente al jueves negro del 2019, las autoridades dieron la cara, no se escondieron como lo hizo desde el ex gobernador Quirino Ordaz, hasta los elementos de seguridad.
A través de redes sociales, el secretario de Seguridad Pública de Sinaloa, Cristobal Castañeda Camarillo, difundió un comunicado para informar a la población sobre la situación que está imperando en el Estado.
Dijo que hasta las once de la mañana en el estado había 18 bloqueos: Culiacán había nueve, mientras que en Mochis son tres y seis más en la zona sur del estado, incluyendo a Mazatlán.
Confirmó que hasta ese momento no había víctimas de la sociedad civil, sin embargo, lamentó que un número todavía no definido de militares están heridos, al igual que siete policías estatales.
Las acciones para detener a Ovidio Guzmán en Jesús María sí repercutieron en la sociedad civil que está temerosa por la psicosis que provocan las balaceras que se escuchan de vez en cuando y los bloqueos que no cesan.
En redes sociales se asegura que Ovidio estaba con su abuela en un festejo cuando llegó el Ejército disparando desde el aire.
Desde ese momento la capital del estado quedó en manos del Ejército y la delincuencia, desmanes por aquí, desmanes por allá. por ejemplo, un Boing de la fuerza armada apenas estaba despegando cuando fue baleado por los delincuentes, igualmente otro avión de Aeroméxico que iba a la Ciudad de México también fue alcanzado por balas de alto calibre, se habla de que hubo heridos.
Érica Baldenebro es una joven que como todos los días salía a trabajar en una maquiladora que está ubicada en la Internacional.
Antes de tomar el camión se detuvo para comprarse un atole, luego al tomar el transporte público, iba ensimismada en sus propios recuerdos, pues apenas terminó con su novio.
“No sé en qué momento unos chavos jóvenes con chalecos, armados hasta los dientes y con armas creo, que eran ametralladoras y pistolas, se subieron al camión, nos pidieron que nos bajáramos. A la verga todos, nos dijeron, a algunos los golpeaban. La verdad, siento que volví a nacer, estaban drogados, trastabillaban, uno de ellos me dijo, no te llevo conmigo porque ahorita la misión que traemos es más importante… A la verga, bájate si no aquí te quiebro, me dijo, porque yo batallaba con el atole caliente”, recuerda.
Dice que perdió su celular, no sabe si se quedó en el camión que fue incendiado, no pudo comunicarse con su familia, por lo que tuvo que caminar.
“Fueron los minutos más largos de mi vida, el miedo a veces me paralizaba, tenía temor de que se soltaran los balazos. Le doy gracias a Dios que no me pasó algo más. La verdad, tengo mucho miedo, coraje, impotencia porque cualquier pelafustán nos roba la tranquilidad y nadie hace nada por los que salimos a diario a trabajar honradamente. Culiacán siempre ha estado en manos de los delincuentes y las autoridades solo atinan a pedirnos que no salgamos y quién me va a pagar el día y el susto que pase…”, indicó.