Taniyama, el chef que logró unir a Culiacán en medio del miedo y la desesperación

Irene Medrano Villanueva

Café Negro Portal.-El día estaba esplendoroso, cientos de músicos con sus clarinetes, trombones, tubas y tarolas cimbraban los corazones que pasaban por la avenida principal de la capital del estado, la Álvaro Obregón.

El Sinaloense despertaba todas las emociones guardadas por tantos días de encierro.

La alegría volvía al alma de los sinaloenses, en la Plazuela Álvaro Obregón disfrutaban el festival “Jalemos con la banda”, aunque fuera por unas horas, porque al llegar la noche retornarían a la realidad: balaceras, levantones, asesinatos, robos, etc, etc.

Esto lo logró un chef: Miguel Taniyama, a quien algunos tachaban de loco, de aprovechado y todos los calificativos que usted quiera, pero él seguía con su convocatoria: “Jalemos con la banda” y preparar una tonelada de aguachile -platillo típico de Sinaloa-, para apoyar precisamente a los músicos y meseros que están sin trabajo, porque la gente se ha encerrado y no los contratan.

Invitó a las bandas de Culiacán que a diario se apostan en las principales avenidas y con el lamento del clarinete y la tuba piden el apoyo de los automovilistas.

A ningún político se le ocurrió unir a un pueblo que sufre y eso que ahora en sus arengas no se les cae de la boca “pueblo sabio y bueno”.

Para ellos es solo una frase que pusieron de moda, porque hasta ahorita no han visto por ellos, los han dejado a su suerte.

Jóvenes universitarios de la carrera de gastronomía, vestidos de blanco, con guantes se perdían entre los pepinos, limones, cebollas, camarones que una vez que los picaban en media luna, lo revolvían en una enorme bandeja para después vender a 100 pesos medio litro.

Aunque fuera por unas horas –de nueve a cinco de la tarde, porque en la noche arde Culiacán-, la gente dejaba por un lado su miedo, su congoja y se atrevía a salir por una causa noble y por qué no, darle un poco de paz a su alma.

La algarabía que se dejaba sentir, donde jóvenes, niños, adultos y de la tercera edad nos remontaba a meses pasados, donde la gente tranquilamente se paseaba por la plazuela Álvaro Obregón, los estudiantes esperaban el camión, pero que a partir del fatídico 6 de Septiembre, todo cambió, el pánico y la zozobra por los enfrentamientos entre delincuentes y que el gobierno no puede con ellos.

De manera espontánea, solidaria, sin simulaciones ni ventajas, la gente empezaba a llenar la plazuela y a sacar la alegría que caracteriza al sinaloense.

El apoyo llegó de todas las colonias de la periferia, de la gente que menos tiene. Por eso el poder y fuerza del pueblo logró que el mundo entero se enterara de que en Culiacán son más los que aman a su prójimo, gente leal, trabajadora y que le sobra corazón.

“Todo esto está delicioso, la música, el aguachile, ya comí y me voy a llevar otras dos porciones, para algo a de servir la pensión que recibo como maestra”, señaló la profesora Ernestina Valenzuela.

Dijo que ella cobra la pensión que da el gobierno y lo está donando a las madres que han perdido a sus hijos en esta guerra “antes apoyaba a gente que requiere medicamentos, pero ahora el gobierno tiene olvidado a su pueblo, a ese que lo llevó a donde está y que los que no estamos conformes con lo que está sucediendo, la estamos pagando”.

Mientras los encargados de dar seguridad se sientan a dar conferencias, dicen que antes estaba peor, peor para quién, para ellos no, porque viven rodeados de seguridad, mientras el pueblo bueno y sabio está perdiendo su patrimonio o han dejado de trabajar ya casi tres meses como son los músicos.

“Se enchina el cuero nomás de ver la alegría de mi gente”, señalaba Aleyda Sarabia para después cantar junto con la banda.

“Me gusta mucho esta canción…lástima que no pude festejar mi cumpleaños que fue el pasado 23 de septiembre, por culpa de los malandros y del pin… gobierno que vale m4dr3.
¡Pagamos justos por pecadores!” dijo y añadió: ojalá que con todo esto que estamos pasando, donde familias completas están de luto, otras desintegradas y muchas más huyendo, dejando lo poco que tenían, nos haga reflexionar a todos.

Muchos de los asistentes lamentaron que haya familias enlutadas y ellos disfrutando, pero aclararon que la vida tiene que seguir, buscar el lado amable de las cosas y exigir al gobierno que abra los ojos y actúe para volver a la normalidad.

“Estoy emocionada porque es un momento bonito donde podemos disfrutar la banda, aunque por la noche vuelva el terror”, señalaba la señora Mónica Rentería, quien se detenía por un momento para sepultar sus sentimientos y seguir bailando.

“¡Qué bonito es lo bonito! Lástima que esto sea efímero y el traquetear de las armas nos vuelva a la triste realidad, donde están cayendo inocentes ante la indolencia de las autoridades”, era el sentir de la mayoría de los asistentes.

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