Al hablar del momento en que decide ser artista, la presentadora dijo: “Estaba una escuinclilla, y yo creo que, porque vengo de una familia, yo no sabía que vengo de una familia (de famosos), porque como mis papás se separaron, muy joven mi mamá y nosotros muy chiquitos. Mi papá era medio hermano de “Mantequilla”, entonces su papá y todos, “El Panzón” Soto, mi abuela una actriz muy famosa chilena, y luego mi tía que también hizo un teatro, una especie como de Bellas Artes, en Sinaloa, en Culiacán, también lleva el nombre de Socorro Astol. Vengo de una descendencia muy fuerte, mi abuela hasta de cine mudo. Aunque no tuvimos la conexión de vernos, por la separación de mis padres, pero ya lo traía yo, y dicen que me parezco mucho más a mi abuela de parte de mi papá que a mi mamá, y yo digo que me parezco mucho más a mi mamá”.
A pesar de tener familia reconocida en la farándula, la también actriz tuvo que labrarse su propio camino en el medio. “Ya veníamos desde ahí, y cuando llega la oportunidad esta, de que yo sea artista y pueda estudiar, aunque no teníamos dinero y vivíamos en un cuarto de servicio, si me dan la oportunidad de estudiar con Andrés Soler, me da la beca y ahí es donde empieza, entonces eran 11, 12 o 13 años, hasta allí, los 14 años, que se me presenta este señor y le digo ‘quiero ser artista, deme por favor la beca’, y me la dieron. Entonces le digo ‘quiero que sea mi padrino’, este señor, pobrecito, lo puse… pero Luis Bartilotti que es un divino, me dice ‘pero ¿qué quieres de cumpleaños?, ¿qué quieres que haga en tus 15?’, [y yo] ‘no, nada más que me dé una beca para estudiar’”.
Pero al hablar de su infancia, Vero recordó la forma en que doña Socorro Castro hizo hasta lo imposible por mantenerla a ella y sus otros 3 hermanos.
“Trabaja mi mamá y nos dejaba encerrados hasta con llave para que no se le fuera a salir ningún escuincle, y yo tenía que hacerla prácticamente de mamá de mis hermanos, me acuerdo que vivíamos en Bucareli y Donato Guerra, y ahí había un restaurante de chinos y mi mamá pasaba en la noche cuando terminaba porque ella hacía tesis y trabajaba en Recursos Hidráulicos, trabajaba también en la Universidad, en fin, hacía un montón de cosas para poder pagar ese cuarto, y para podernos llevar una mamila de café con leche y un bisquet, esa era nuestra cena, la esperábamos ansiosamente porque de comida ni hablamos”, detalló.
Finalmente, Verónica Castro contó entre risas el momento en que pensó que dedicaría su vida a Dios y viviría en un convento. “Porque yo ahí había tratado de ser monja, daba catecismo a la vuelta de la casa como a dos cuadras”, contó.