Irene Medrano Villanueva
Café Negro Portal.-“¡Eras un hombre de bien…¿por qué te hicieron esto?”, musita una de las sobrinas de don Isidoro Medina, mejor conocido como don Yoyo, a quien el sábado pasado le quitaron la vida mientras dormía.
Este lunes lo están velando, después de que las autoridades lo entregaron a su familia. La funeraria Emaus es visitada por conocidos y curiosos para externar sus condolencias a la familia y mostrar su descontento con los “guachos”.
Los responsos, las oraciones, no dan paz a la familia que llora inconsolable la pérdida del padre, del tío, del abuelo, del amigo, del vecino.
Vecinos de don Yoyo se acercan a dar el pésame, pero no se limitan a eso, la narrativa de los hechos de ese sábado es cómo “los guachos” el sábado por la noche, prácticamente masacraron el hogar del octogenario.
“Los guachos le tumbaron el portón con una camioneta Rhino, de esas blindadas, se metió de reversa llevándose todo lo que tenía a su paso”, refiere uno de los vecinos.
Oswaldo Medina, uno de los cinco hijos, entre sollozos musita una y otra vez: “se metieron en el lugar equivocado, mi padre era un anciano que dedicó su vida al trabajo. Junto con mi mamá atendieron por más de 50 años el abarrote Loya, le decían así por mi mamá que se llamaba Toña”.
No hay consuelo y tranquilidad para esta familia, al no entender por qué un hombre de bien fue asesinado en su propia cama, cuando no le hacía daño a nadie.
“Mi apá ese día, como de costumbre, se fue a dormir a las siete de la noche. Más tarde los vecinos, alarmados, me avisaron que algo estaba sucediendo en la casa. Rápidamente fui a ver qué pasaba, mi apá ya no estaba, me dijeron que se lo llevaron al ISSSTE, al llegar sin saber a ciencia cierta qué era lo que pasaba, me dijeron que ya estaba muerto…”, señala Oswaldo
Guarda un profundo silencio, luego los recuerdos de esa fatídica noche lo vuelven a la realidad.
“Primero estaba asombrado, sorprendido, luego me vino el enojo, la cólera por lo que le hicieron a una persona adulta, a mi padre, a un hombre que su único delito fue ser amable con sus vecinos, con la gente, un anciano que no sabía manejar un arma y que sin embargo, así acabaron con su vida…exigimos justicia”.
Dice que una vez que se repuso del dolor, de la impotencia, se fue a la casa de su progenitor en busca de unos documentos.
“No nos dejaban entrar, le supliqué al Ejército que me permitieran ingresar a buscar unos papeles de la funeraria, porque mi padre era muy precavido, había pagado su sepelio,”.
Narra que lo que vio dentro del hogar de sus padres que con tanto trabajo lo edificaron no se lo desea a nadie.
“Había sangre por todos lados. Tal parece que arrastraron el cuerpo, puertas, ventanas y todo lo que hay dentro está destrozado y eso es indigno porque mi padre no merecía acabar así siendo un hombre tan justo”.
Sus vecinos le hacen segunda, describen que don Yoyo era un buen hombre que se preocupaba por el bienestar de ellos.
“Todos los días se le veía sentado afuera de su casa, pero antes nos visitaba. A veces preguntaban por la Marisol, ya le prendí una veladora a San Judas Tadeo para que le su alivio, o si teníamos alguna pena nos abrazaba solidariamente”, narran.
¡Cómo están tus hijos, no los he visto…me los saludas y les dices que cuando vengan pasen a darme una saludadita!, tercia otra vecina.
Le gustaban mucho los abrazos, recuerdan los vecinos, pero desgraciadamente nunca llegaron los abrazos de López Obrador de acuerdo a la conocida estratagema del presidente “abrazos no balazos”.
Don Yoyo tuvo cinco hijos, tres mujeres y dos hombres -sólo le quedan tres, ya que uno murió hace nueve años de problemas de pulmón y otra falleció de Covid.
La sobrina paterna dice que no es justo que un hombre de trabajo y que le hayan quitado la vida como un delincuente. “Se metieron en el hogar equivocado”.
“Quienes lo conocieron, están lamentando su muerte porque era un hombre de bien, incluso los vecinos se han acercado a poner veladoras y flores afuera de su casa. Una de ellas me dijo voy a ponerle una veladora y si el guacho no me lo permite, pues a ver de a como nos toca, así era el cariño que le tenían”.
Recuerda que su tío el sábado por la mañana le pidió a su hijo que lo llevara a comprar ropa interior y a cobrar su pensión.
“El gobierno hace las cosas a su manera y sin duda va a querer justificarse con que mi apá era un sicario y no sé cuántas cosas, por eso, nosotros exigimos justicia, que se investigue hasta el fondo, se paguen los daños y que la memoria de papá Yoyo quede limpia”, demanda la familia en voz de Oswaldo.