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Irene Medrano Villanueva
Café Negro Portal. – Pese a todo, los sinaloenses no pierden la fe y entre rezos, demostraciones de amor, sacrificios y el corazón henchido de amor por la Virgen de Guadalupe, se postraron ante sus pies con una sola petición: paz para nuestro estado.
Sin embargo, la demostración de amor a la Guadalupana de los sinaloenses se vio ensombrecida por la violencia, al ahuyentar a los fieles católicos de la Parroquia de nuestra Señora de Guadalupe, mejor conocida como la Lomita.
Los ríos de gente que en otros años se observaban en el interior, en el atrio, en las escalinatas de la iglesia que llegaban para postrarse a los pies de la Guadalupana, hoy, sólo quedó la añoranza y lo que se pasea por estos lares es la incertidumbre y el miedo.
Este 12 de diciembre, como nunca, se vio en la mirada de los asistentes al postrarse ante su madre, la esperanza, el deseo de que se acaben estos días aciagos y vuelva a reinar la paz que desde septiembre se perdió en los hogares sinaloenses.
Si bien es cierto, que hubo gente que iba a pagar sus mandas, por los milagros concedidos por la Virgen, tanto de salud y de trabajo, llegaron al atrio para pedirle, rogarle a la Patrona de México se apiade de los sinaloenses.
La desconfianza y el temor se reflejan en muchos rostros, por ejemplo, un asistente le pedía una foto del ambiente religioso a un joven y éste con mirada asustadiza la negaba.
“Mira bato, te la pago, no te pido que la enfoques a tal o cual persona… te doy el número de mi celular y me la mandas, es que se me olvidó, por eso, no la tomo yo”. Finalmente, y a las carreras se la mandó, por 50 pesos.
En la entrada del atrio fue colocada una imagen de la Virgen de Guadalupe y ahí miles de veladoras fueron depositadas a los pies de la Guadalupana; la gran mayoría se encendieron para pedir por la paz de nuestro estado.
“Te pido por la paz de Culiacán. Virgencita que ya pare todo esto…”, musitaba la señora Carmen Madueña, mientras encendía una veladora con la imagen de la Virgen plasmada en el vaso de la cera.
“Con el corazón lleno de dolor, pero encendido por la esperanza que tú nos das, te pido madre mía por la paz, porque la mayor parte del sufrimiento se lo están llevando los niños…madre mía, escúchame”, susurraba otra joven madre que llegaba con su veladora encendida.
“Vengo a pedirle a nuestra Madrecita que nos dé un descanso a nuestra alma; ya estamos cansados de tanta violencia, vemos muertos por aquí, por allá, la alegría que nos caracteriza se ha perdido, ahora, estamos siempre con el Jesús en la boca, si escuchamos un ruido nos exalta, por ejemplo, la lavadora de mi vecina hace un ruido que parecen balaceras…”, narra la señora Irma Loaiza.
Dice que la vecina llega tarde de trabajar se pone a lavar y exalta a sus hijos; lo anterior lo expresa de manera seria, pero ya después agarra la broma.
“En estos meses de balaceras, el primer día que escuchamos la lavadora mis hijos se metieron debajo de la cama, pensaban que eran balazos, lo curioso es que antes no nos habíamos percatado del ruido de la lavadora de mi vecina”.
La señora Irma también le pidió a la Virgen por las autoridades para que los proteja y les de la sabiduría para la toma de decisiones.
“Pero, sobre todo, que se pongan por un momento en el lado de la gente que nada tiene que ver en estos asuntos para que se den cuenta de que estamos hartos, decepcionados de que no hacen nada para solucionar tanta violencia”.
Conforme fue corriendo el día, la afluencia de los fieles fue disminuyendo, no quieren que la tarde los agarre fuera de su casa, donde se sienten protegidos.
“Nosotros no pudimos llegar más temprano porque teníamos miedo, un helicóptero rondó toda la mañana por nuestro sector; yo vivo en la colonia Hidalgo, pasaba y pasaba, no supimos que pasó, pero nos aventuramos a hacernos presente con nuestra Virgencita, pero ya nos vamos, no queremos que nos agarre la tarde en la calle, ya ve como se pone esto…”, detalló el señor Juventino Salcido.
