¿Volverán las urnas embarazadas?

Irene Medrano Villanueva

#MiVotoNoSeToca, con ese lema la gente volverá a salir a las calles el 26 de febrero para rechazar el llamado “plan B” de la reforma en materia electoral, impulsado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, su gobierno y el partido Morena.

La concentración principal será en el Zócalo de Ciudad de México, frente a la sede de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y se espera que esta marcha se replique por lo menos en 35 ciudades del País.

Eso de mi voto no se toca, creíamos que ya estaba superado, en los últimos años, poco se habla de mapaches, de urnas embarazadas, de carrusel loco, de robo de votos que en cada elección de los años ochenta y noventa, principalmente, se replicaba en cada municipio.

Las nuevas generaciones de reporteros, sólo de oídas saben de esto, incluso, en algunas redacciones todavía quedan reminiscencias de esos hechos, y en cada elección envían a los reporteros a cubrir los procesos electorales con la idea de que por algún lado aparezca “un mapache”.

Las instalaciones de los consejos electorales, ese día casi mueren de inanición porque ya no se dan procesos cargados del fraude que en esos años eran cosa de todo el día y que quedaban documentados.

En Culiacán por ejemplo, una de las elecciones donde se dio el fraude electoral de manera descarada fue durante la elección de la presidencia municipal del candidato panista Jorge del Rincón.

El robo de urnas, boletas tiradas en el río podían ser la apología de #MiVotoNoSeToca en ese entonces, pero la ciudadanía todavía estaba apática, sólo lamentaban y doblaban las manos porque no había quien le pusiera un alto al PRI.

La derecha y la izquierda hacían malabares para detener esos abusos, correteaban mapaches, tomaban fotos, denunciaban, y ese grito quedaba en el desierto.

Finalmente en 1990 como resultado de las reformas realizadas a la Constitución en materia electoral, el Congreso de la Unión expidió el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) y la creación del Instituto Federal Electoral (IFE), a fin de contar con una institución imparcial que diera certeza, transparencia y legalidad a las elecciones federales.

Sin embargo, todavía estaba en manos del sistema, pues el Presidente del Consejo General, era el Secretario de Gobernación. Quien no recuerda que siendo Manuel Bartlet, Secretario de Gobernación se cayó el sistema y hasta la fecha queda la duda de quién ganó la presidencia de la república, aunque quedó Salinas de Gortari.

Pero conforme pasaron los años, se fue perfeccionando y fue en la reforma del 2007, de la Ley Electoral donde se le otorgaron importantes atribuciones al Instituto Federal Electoral dando así mayor certeza a los mexicanos.

Ahora se pretende restarle esas atribuciones al IFE, lo que pudiera regresar a volver con el ratón loco, las urnas embarazadas, en una palabra: que nuestro voto nuevamente sea vulnerado.

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